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30 mayo, 2006

RE post

Esta canción ya la había publicado hace.... un año atras. Ahora la vuelvo a publicar por dos razones
*La primera es que me gusta mucho y me gustaría que la escuchen mientras la leen. ya que en el pequeño reproductor de hace poquito puse en la parte izquierda de esta página aparece esta canción.
*La segunda razon es es que no hay más razones. Tenia ganas.


Peces de Ciudad

Se peinaba a lo garçon
la viajera que quiso enseñarme a besar
en la gare d'Austerlitz.
Primavera de un amor
amarillo y frugal como el sol
del veranillo de san Martín.

Hay quien dice que fui yo
el primero en olvidar
cuando en un si bemol de Jacques Brel
conocí a mademoiselle Amsterdam.

En la fatua Nueva York
da más sombra que los limoneros
la estatua de la libertad,
pero en desolation row
las sirenas de los petroleros no dejan reír ni volar
y, en el coro de Babel, desafina un español.
No hay más ley que la ley del tesoro
en las minas del rey Salomón.

Y desafiando el oleaje sin timón ni timonel,
por mis sueños va, ligero de equipaje,
sobre un cascarón de nuez, mi corazón de viaje,
luciendo los tatuajes de un pasado bucanero,
de un velero al abordaje, de un no te quiero querer.

Y cómo huir cuando no quedan islas para naufragar
al país donde los sabios se retiran del agravio de buscar labios que sacan de quicio,
mentiras que ganan juicios tan sumarios que envilecen el cristal de los acuarios
de los peces de ciudad
que mordieron el anzuelo, que bucean a ras del suelo, que no merecen nadar.

El Dorado era un champú,
la virtud unos brazos en cruz,
el pecado una página web.
En Comala comprendí
que al lugar donde has sido feliz
no debieras tratar de volver.

Cuando en vuelo regular
pisé el cielo de Madrid
me esperaba una recién casada
que no se acordaba de mí.

Y desafiando el oleaje sin timón ni timonel,
por mis venas va, ligero de equipaje,
sobre un cascarón de nuez, mi corazón de viaje,
luciendo los tatuajes de un pasado bucanero,
de un velero al abordaje, de un liguero de mujer.

Y cómo huir cuando no quedan islas para naufragar
al país donde los sabios se retiran del agravio de buscar labios que sacan de quicio,
mentiras que ganan juicios tan sumarios que envilecen el cristal de los acuarios de
de los peces de ciudad
que perdieron las agallas
en un banco de morralla,
en una playa sin mar.

Joaquín Sabina

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