busqueda google

Búsqueda personalizada

31 mayo, 2006

El virus del miedo

Parece que las endorfinas deciden cuándo sintetizarse. El miedo es un virus asesino que vino para quedarse, que no quiere irse. Y que quizá se quede. Que quizá cree un mecanismo autodestructivo, y quizá me convenza que es mejor no perder. No arriesgarse es garantía de mantener virgen la derrota.

Pero las oportunidades suelen presentarse. Eso es innegable. Como tambien lo es el hecho de que la oportunidad es solo el 50 por ciento del exito. La oportunidad es solo potencialidad si no se la utiliza como se debe. Y tambien trae consigo la posibilidad de perder, lo que dibuja una bifurcacion: ¿Vale la pena arriesgarse con la potencialidad de una oportunidad cuando podria quedarse uno sentado y tranquilo, tapando el sol con un dedo?

El hecho de verse irresoluto frente a una situacion que normalmente es no solo cotidiana sino que necesaria y agradable y que desafia al caracter y lo forja, solo trae dudas e incertezas que amenazan el sano desenvolvimiento ante las mismas. Un hombre que debiera ser ya un lobo hambriento frente a una potencial -o quizá no tanto- carnada pasa a ser una oveja esquilada y muerta de frio. El fracaso, que depende el caracter puede actuar como incentivo o inhibidor, se hace, sin lugar a dudas, presente en la situación. Y entonces, muchos muros caen.

La simplicidad de esconderse -con orgullo, encima- detrás de una supuesta falta de oportunidades es demasiado deliciosa para ser ignorada como excusa. Es fácil delirar sobre supuestos cuando no se conoce la reacción propia frente a una situación. Uno no sabe si se resistira al canto de las sirenas si nunca las ha escuchado. El tipo se supone fuerte, genial, encantador y dominante. Ganador, gallardo, semental. Al menos, hasta que la teoría de transforma en practica. Entonces, muchos muros caen.

Ahi reaparece la cuestión; no es tan agradable la crudeza de la realidad como la tranquilidad de la potencia. Entonces es cuando el tipo empieza a autodevorarse, a disminuir la figura de si mismo. Conoce ahora el amargo sabor de la derrota y siente latir una herida nueva. Desconocida. Ahi descubre que cada oportunidad acarrea consigo el exito y la caida. Pero, como ya sabemos, eso es solo la mitad. El caracter que complementa es quien da indole a esa oportunidad. Quien la transforma en exito o la arruina en derrota. Quizás, entonces, él prefiera dejar pasar las oportunidades. Quizás hasta se sabotee a sí mismo y a su realidad. Quizás prefiera ignorar ese elefante rojo brillante que está en la misma habitación que él.

Por que se conoce a si mismo. Por que quizás no tiene el carácter para hacer de la oportunidad un éxito.


Porque quizás es más fácil no perder.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario