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27 enero, 2011
Falta poco. Muyy poco
20 enero, 2011
18 enero, 2011
Recalculando...
Se fue por fin, o por ahora (pero espero que no vuelva) la pesadumbre de pensar las cosas más malas, de pensar lo peor. De vivir los días pensando que es pura mierda...
Flashé en imaginar la vida representada en un dibujo en Paint, y llegar a un punto en que todo el dibujo se convirtió en un mamarracho, en que nada tiene forma y que nada queda bonito con un fondo de gris cementerio, en que ningún dibujo puede brillar; es ahí en ese momento en que voy hacia la barra de tarea y elijo la gomita para empezar a borrar y cambiar lo no me gusta, lo que me hace que todo se vea oscuro y sin sentido; Y con la gomita empiezo a cambiar los colores, a darle forma al dibujo, a sacar lo que no me gusta. Y ahí entiendo que un dibujo no lo puedo empezar habiendo otro de fondo... y de repente comienza la magia; es ahí en ese preciso momento en que pongo mi mente en blanco, mis ganas a mil. Es ahí cuando voy a "archivo/nuevo dibujo", y los recuerdos me preguntan: ¿Desea guardar los cambios?
17 enero, 2011
Mirada

12 enero, 2011
Era un día cualquiera, puede ser que fuera martes, pudiera ser que fuera 13
Arranqué el día bastante mal; con mucho sueño ya que había dormido tan solo un par de horas (y el par es literal), me desperté sabiendo que la moto esta semana no la voy a tener y haciéndome la idea de ir a trabajar esta semana con la moto de papá ó la camioneta.
El día no pintaba de los mejores. Windgurú había pronosticado lluvia durante todo el día, así que descarté la posibilidad de ir en moto por razones obvias.
Me desperté más tarde de lo habitual, con mucho sueño. Me pegué una ducha, tomé un té con leche y unas galletitas con tolem y muy confiado fui a agarrar las llaves de la camioneta para sacarla del garaje. Pero Oh! Papá recordó que la necesitaba… ¬¬
Agarré el paraguas y salí caminando a paso rápido para la parada de colectivo. Ya en ese mismo momento era sabido que iba a llegar media hora tarde. Resulto que a esa media hora había que sumarle otra de espera de colectivo.
Llegué a las 10. Una buena forma para que no te rompan las bolas con las llegadas tardes es entrar con cara de orto y a las puteadas. La razón es sencilla: Es más fácil enojarse con alguien que está contento que alguien que está furioso y malhumorado. La cuestión es que hay un 90% de probabilidades que si vos entras contento y feliz al chinchudo de tu jefe le den ganas de hincharte las pelotas indagando y retándote acerca de tu tardanza. En cambio cuando entrás a las puteadas y con cara de orto, apoyando las cosas fuertes en forma de bronca a lo sumo te dirá “qué pasó?” que se corresponde con un “fff después te cuento” . Son solo segundos que en determinadas circunstancias te sirven. Ojo, no abusarse.
Mucho trabajo, preparando listados que tendría que haber preparado ayer y no los hice. Con mucha hambre y mucho sueño.
Durante el transcurso de la mañana no vino mucha gente pero la notica de que tengo que quedarme hasta las 18 hasta febrero no me fue muy feliz.
Graciela se fue al banco a hacer unos depósitos así que quedé solo, atendiendo teléfonos (que Gracielita 2 me ayudó bastante), a la gente, rearmando los listados de los minipréstamos del viernes y de los sucesivos hasta fin de més…
Ni siquiera pude comer mis empanadas de carne tranquilo que el contador me empezó a pedir que le imprima unos listados…
Durante el transcurso de la tarde me di cuenta que me había vuelto totalmente intolerante y verborrágico. Me sacaba de quicio que no podía hacer una sola cosa tranquilo, que hablaba por un teléfono y sonaba otro, que preparaba una liquidación y me llamaban de la recepción…
De un momento a otro me volví histérico
Como broche: me cayeron como una bomba las empanadas así que al rato me tomé un alical.
Por fin el reloj de pared marcó las 6, me fui a tomar el bondi y me dormí. Llegué a casa y me volví a acostar. Ahora acá estoy, otra vez a punto de acostarme pero sin sueño.
Espero por lo menos hoy, recordar algún sueño.